miércoles, 24 de julio de 2013

Te delató



Te delató

Ya cansado estabas Señor, de tanto darte por amor. Lo primero que perdonaste fue la desobediencia de nuestros primeros padres, a los cuales condenaste a trabajar para sustentarse, a sentir dolor provocado por el placer de concebir a un hijo para que multiplicara la especie; tal parece que tu amor por la humanidad se había enfriado por la decepción de no ver al hombre convertido en ese ser para el cual creaste todas las maravillas que hoy día nuestros ojos pueden apreciar.

Tu enojo era justificado, lo sé. Mas, haciéndote el “duro” apartaste tu mirada del hombre y continuaste bendiciéndole. Le das cada día un nuevo amanecer, le das la vida, el sol que le calienta y haces que la tierra buena dé frutos que nos alimenten, una lluvia abundante, animales que te adoran con sus cantos, un mar inmenso que compite en grandeza, plenitud, azul con el cielo que es tu morada santa.

Nos trataste de “engañar” haciéndonos creer que ya no nos amabas, pero tu amor por nosotros te delata: Mira que tomarte la molestia de contar cada hebra de mi cabello, tatuarme en la palma de tu mano, convertirme en la niña de tus ojos y ¡no olvidarme aunque lo hiciera mi propia madre!

Y el colmo del amor: Morir en la cruz del calvario cargando con todos mis pecados, perdonarme antes de que siquiera yo te lo pidiera, darme a tu madre como a mi madre y enviarme al Espíritu Santo para que habite dentro de mí, de tal modo que me acompañe todos los días de mi vida hasta el final de la historia.

Y sé que lloras mi llanto, que te desesperas cuando pones ante mis ojos la respuesta que no logro ver ni entiendo cuando me libras del mal que yo veo como bien, porque hay un trasfondo que no logro divisar.

Definitivamente, ¡tus obras hablan de tu gloria!



No hay comentarios:

Publicar un comentario